"Tenía un par de años de no ir a la casa de la playa. La casa realmente no está en la playa, sino un poco retirada. Mi padre construyó esa casa como una escusa para distraerse de la pena que le causaba la enfermedad de mi madre. Ella es realmente la de los detalles, pero como estaba mala no pudo dedicarse a la decoración y supervisión del proyecto, que quedó a cargo de mi padre y del arquitecto. La mayoría de cosas quedaron a medio hacer, claro que en los primeros meses no se notó, pero ya con el pasar de los años se dejaron ver los desperfectos causados por el ausentismo de la señora. Las inclemencias del clima costero, que todo lo oxida, pandea y decolora, eran más que evidentes en la pequeña casa.
Es extraño regresar ahí y verlo todo desierto, cuando en mi memoria las calles están pobladas de gente.
La vida es una ilusión. Sólo cuando ha pasado nos damos cuenta que todo fue de mentiras, que no queda nada más que algunos recuerdos demasiado corroídos por el sentimiento y decolorados por el olvido natural que nos salva de volvernos completamente locos".
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